De heladeras rotas y un frappé de café



Siempre he sentido nostalgia por las pequeñas tiendas de pueblo. Soy de pueblo, me gusta el pueblo, los callejones difíciles de pisar, las casas altas y apretadas, incómodas (todo se tiene que decir) pero que adornan el pueblo. Hasta los 14 años viví en Benifallet en un pueblo de novecientos habitantes donde ni siquiera se cerraban las puertas de casa con llave. A veces hago ejercicios mentales, e intento recordar...no sólo imágenes, sino ruidos, olores, colores....Lo intento con todas mis fuerzas, no quiero que se pierdan con el paso del tiempo. Me preocupa que llegue el día que ya no sea capaz de hacerlo. 
 Siento como se me eriza el pelo al recordar como una noche de verano, mis padres decidieron pasar la noche en la azotea. Recuerdo un calor extremo, pero también el canto de los grillos (desde entonces cuando los oigo por la noche, actúan como un somnífero para mí) y unas estrellas preciosas con una luz impresionante, brillando allí arriba donde mi padre nos iba enseñando la osa mayor, osa menor....Con los años supe que aquella excursión la hicimos en el día más caluroso de hacía no sé cuantos años y porque mis padres no podían ni dormir en la casa estrecha y de ventanas pequeñas donde vivíamos.
Me viene a la memoria cuando estábamos cenando con mis padres y un campesino abría la puerta mientras gritaba:
-Anna, te dejo esto!
 Y dejaba una caja llena de melocotones auténticos, de aquellos que el olor subía las escaleras hasta llegar a nuestro comedor. Melocotones que cuando los comías era uno auténtica fiesta para las papilas gustativas, que te regalimaba el zumo por los brazos y te quedabas pegajosa pero que valía la pena.
Recuerdo cuando vendía alguien de fuera y llamaba a la puerta de un vecino. Si este vecino no estaba, al cabo de unos minutos se subía la persiana de la casa del lado. La vecina sacaba media cabecita, quedándose casi a la penumbra y le preguntaba al forastero si buscaba a menganito. Si este asentía, entonces mostraba algo más su cara y le explicaba que estaba al café, jugando a cartas y que solía venir a casa sobre las siete de la tarde, pero que si quería podía llamar dos casas más abajo donde vivía uno de sus hijos, que sí que estaba en casa.
 Un pueblo donde todo el mundo sabe de todo el mundo y de nadie. Entonces nos trasladamos a una otro pueblo, pero este costero y con más población. Aún así, puedo decir que cuando llegamos, todavía conservaba los negocios propios del pueblo, algunos de los cuales, todavía aguantan. El supermercado pequeño, el quiosco con olor a lápiz, la frutería de olor a cereza y las lechugas verdes y crujientes.....Todo esto se está perdiendo...creo. Estoy orgullosa porque he tenido una infancia que todavía ha vivido esto, que no fui al cine hasta los 11 años, que no supe qué eran los Levi's hasta los 15 y no comí en un Mc Donald's hasta los 16. Vivía en una burbujita sana y apartada del mundo.
Ahora las cosas son diferentes pero tampoco puedo decir que sean peores. Ahora hay internet!!!! Supongo que los que son padres están hasta el moño de internet pero a mí me encanta. Ahora, ni que lo quisiese no podría vivir de las pequeñas tiendas. Mi ritmo de vida, a trompicones y fuera de horarios hace que internet y las tiendas online se hayan convertido en una herramienta imprescindible para mí, y sobre todo desde que estoy en el mundo de la repostería.
 Hoy mismo, un frappé no era el que tenía pensado hacer en el blog...se me hacía la boca agua con un helado que colgaré la semana que viene. Peeeeeròooo... he ido a abrir mi querida heladera, de la todavía más querida Kitchen Aid, en reposo desde hacía una meses cuando he visto que algo no iba bien.
El bol estaba resbaladizo, un líquido azulón salía de algún poro (invisible) pero que supongo que con el tiempo ha ido sacando el líquido suficiente como para verlo. El porexpan de la base de la caja también tenía líquido. La siguiente pregunta de Ferran ha sido:
- Donde lo compramos? – según a qué lugar ya tiemblas!
A Amazon! O madre mía...a Amazon!!!! Ahora sí que ya puedo dar por perdidos el dinero y la heladera. Yo soy de la generación que ha crecido con la idea que sólo lugares como el Corte Inglés te cambian las cosas sin problemas.
 En una tienda online yo no puedo plantar el bol y su líquido viscoso al mostrador, mientras miro desafiando a la chica para decirle que aquello ha salido mal. Y que yo no le he dado ningún golpe! Y que se lo crea! Parecerá mentira pero en periodo de garantía he tenido problemas en alguna gran superficie.
Todavía recuerdo cuando compré huevos en una gran superficie (entre otras cosas). Cuando llegué a casa, aquellos huevos apestaban, literalmente, como nunca había apestado una cosa comestible. Asustada voy hacia la gran superficie y pido por la encargada (que parecía una cuantos años más joven que yo) y le doy los huevos. Me dice que coja otros. La miro atónita y le digo que quizás se tendría que revisar todo el estante porque podrían no ser los únicos.
- Si, de momento usted coja otros.
Sin palabras...
 Pues bien, como lo hago? Envío un mail? Llamo?
La respuesta y la actuación nos ha dejado a Ferran y a mí, de pasta de boniato. Tú envías un correo y te dicen que en menos de un minuto te llamaran. Cuando todavía no habíamos acabado de leer la frase, ya sonaba el teléfono. Una chica nos pregunta que nos pasa. Le explicamos. Nos pregunta si queremos el reembolso del dinero u otra heladera. Digo que quiero otra. Me pide mil disculpas y nos dice que nos pasa con un encargado de tramitarlo.
El chico nos vuelve a pedir disculpas. No nos pregunta qué ha pasado, sólo se preocupa de las molestias que nos hayan podido ocasionar. Nos dice que en dos días recibiremos la nueva heladera y que cuando la recibamos, tenemos que volver la defectuosa. Nos envía un correo, con una etiqueta que tenemos que enganchar cuando devolvemos la heladera defectuosa para que no nos cobren los gastos de envío.
Atónitos, colgamos el teléfono, nos miramos y sonreímos. Sabréis como acaba la historia la semana que viene! Si cuelgo la receta del delicioso helado que tengo pensado, es que ya tengo nueva heladera!!!

FRAPPÉ DE CAFÉ

Receta de Martha Stewart
Ingredientes:

3 cucharadas medianas de helado de vainilla
1 vaso de hielo*
1 vaso de café frío
½ vaso de leche fría
2 cucharadas de sirope simple*
Nata (35% materia grasa)
Método:
En una trituradora ponemos el helado, el café, la leche, el sirope y el hielo y trituramos hasta que quede homogéneo.
Montamos la nata hasta que haga picos suaves.
Ponemos el frappé en un vaso y decoramos con la nata montada.
NOTAS:
- El hielo si lo tenéis con cubitos grandes, los tendréis que desmenuzar previamente a ponerlo a la trituradora. Encontré bolsas de hielo que pone (para cóctel) que te ahorras el tener que picar.
- Para hacer el sirope simple: ponemos 125 ml de agua y medio vaso de azúcar en una cazuela pequeña. Calentamos mientras removemos hasta que el azúcar se haya disuelto c
ompletamente.

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2 comentarios:

  1. Me encanta!!!! Todo un placer disfrutarlo en estos días calurosos de verano!!!! Estupendo Neus!!!

    Un besito,
    Sandra von Cake

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    Respostes
    1. Gracias guapa! Pequeños placeres de verano!!!!!!
      Muchos besitos preciosa!

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