Solo yo y mi pastel de chocolate con pera



Aquellos Domingos que no sabes cómo han pasado las horas. Eres tú y tú y 
tú....y sólo tú. Y tu pastel de chocolate y pera.
Aquellos Domingos en los que te levantas con la claridad del día, bien al contrario del resto de la semana que es el despertador el que te despierta de los agradables sueños. Que sólo la oscuridad de la mañana te recibe y que las mantas guardan aquel calorcito que desaparece de golpe cuando te sientas en la cama. Y segundos después de sentir esta desprotección te vuelves a acurrucar bajo las mantas y pides al cielo o a algo o persona que sea Domingo o vacaciones. Piensas que darías lo que fuera, lo que fuera, para poderte quedar allí, estirada, protegida y calentita hasta que salga el sol y más...
A veces pienso que suerte tengo que no existe este poder o persona que a cambio de algo te concede este deseo. Si así fuera, yo acabaría arruinada!
Pero hoy he abierto los ojos cuando el día ya amanecía. "Qué día es?" me pregunto los diez primeros milisegundos. Y me calmo cuando recuerdo que...que es fiesta!
Hoy toca relajarse así que me destapo para tener la sensación de las mañanas horribles y me vuelvo a tapar inmediatamente mientras me acomodo hacia la suave almohada mientras pienso que hoy sí, hoy sí lo puedo disfrutar.

 - A disfrutarlo... - murmuro hacia mí misma. Coulant, siempre en la habitación conmigo, levanta la cabeza y las orejas y me mira con aquellos guiños que hablan.
 Hablan diciéndome que me levante, que hoy es tarde y ya tengo hambre, que está aburrido. Lo miro y esbozo una sonrisa, suficiente para hacer que suba las dos patitas encima de la cama y me empieza a lamer con todo el amor del mundo.
 

Miro el reloj que marca las 10 y pienso en el tiempo que hacía que no dormía hasta estas horas. Entre los partidos de voleibol, cursos y demás hacía mucho tiempos que no podía disfrutar de este modo.
Me levanto y parece que tengo un ligero dolor de espalda, parecido al que tienes cuando llevas muchas horas sentada.
Abro el grifo de la ducha mientras me desnudo, sólo esto es capaz de reactivarme. Coulant y Frodo que me siguen arriba y abajo, desconcertados de que yo no corra, que no vaya con prisas, que ni siquiera tenga tiempo de mirarme al espejo.
En lugar de eso me ducho con calma y tranquilidad y me visto con la ropa de ir por casa, la mejor ropa del mundo. Bajo mientras acaricio los lomos de mis seguidores de cuatro patitas, pongo en marcha la tostadora y pongo dos rebanadas, una cápsula en la cafetera, un pequeño vaso con dos cucharillas de azúcar moreno.
Miro enfrente, el césped medio amarillento del jardín mientras como las tostadas de mermelada de melocotón y miro como Coulant y Frodo hacen su salida matinal.

Pronto volverán a mi lado y me pedirán su almuerzo y entonces yo, siguiendo el mismo ritual les llenaré los boles. Y ellos harán los mismos saltitos de alegría como sí de una coreografía ensayada se tratara, parece increíble.
Y después de comer volverán a dormir hasta la hora de salir. Son dormilones y me encanta; y me encanta que duerman al sofá conmigo, a mi lado. Que no podemos tener el sofá bonito, y que siempre esté cubierto de fundas? No me importa. Me compensa.
Y nos sentamos los tres, bien calentitos, con un buen libro. Que más quiero?
Mi café king size, Agatha Cristie con sus historias y mis acompañantes (Coulant seguro, Frodo a veces vuelve a la habitación con Ferran) y aquella luz por la mañana feliz.
Afuera está nublado y hace frío. Sin salir sé que hace frío, se ve con el color del cielo, el color del césped y el color de los pinos.

 

Aquellos Domingos en los que pasan las horas y no te das cuenta. Aquellos Domingos que cuando acabas y te preguntas que has hecho, no sabes contestar el qué. Aquellos Domingos en los que al final de la tarde agradeces un paseíto para que te toque el aire.
Y mientras camino por el paseo contemplo el mar enfadado y hoy de un color azul oscuro casi negro, como si estuviera enfadado.
Y mientras camino por el paseo oxigeno mi cabeza y mis pulmones, los oxigeno como poca gente tiene el privilegio de poder hacer.
 Y mientras camino por el paseo deseo volver al calorcito de casa.
Y lo hago, y abro la puerta y me recibe la alegría de mis tres amores y pienso en que en ningún lugar como en casa. Y pienso que soy afortunada de tener esta sensación al poner la llave en la cerradura y seguir con la misma sensación al abrir la puerta.
Y de aquellos Domingos en los que me paso la tarde horneando y me apetece un pastel cálido y con fruta como este.
Receta adaptada de Amuses Bouches
PASTEL DE CHOCOLATE CON PERA
Ingredientes:
Dos peras peladas
150 gr de chocolate negro
50 ml de nata
120 gr de mantequilla
4 huevos
80 gr de almendras laminadas
80 gr de harina
1 cucharada sopera de cacao en polvo sin azúcar
1 cucharilla de levadura en polvo
un poco de sal

Preparamos un molde con spray antiadherente. El mío es de 19cmx15cm.
Tamizamos la harina, el cacao, la levadura y la sal y apartamos.
Fundimos el chocolate al microondas y dejamos reponer.
Al bol de la batidora batimos la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar. Añadimos los huevos uno a un batiente después de cada adición. Añadimos el chocolate fundido y removemos.
Añadimos la mitad de la mezcla de harina, luego la nata y después el resto de harina y mezclamos hasta que quede una mezcla homogénea.
Ponemos un poco de masa en la base del molde, ponemos las dos peras y después ponemos el resto de la masa. Las peras quedarán cubiertas algo más de la mitad pero cuando la demasiada suba se cubrirán totalmente.

Ponemos al horno a 180 ºC durante unos 40 minutos o hasta que un palillo salga limpio.

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