De favores, de trenes que no paran al aeropuerto y cherry rolls con crema de queso

Miro el bolso que se apoya en mis piernas. Mis uñas pintadas de un rojo Channel, desvían mi atención y pienso que me encantan. De los finos labios pintados del mismo color, ya no queda ni rastro. Normal después de una cena y unas cuántas copas de vino.
Por la noche, ni me desmaquillé. Mi cuerpo se rindió a las 4 de la madrugada, cuando el carmín de mis labios ya hacía horas que había desaparecido. 


 Una buena compañía, interesante conversación y un grato reencuentro hicieron que las horas pasaran volando. Al día siguiente tenía que coger el tren de las 8 de la mañana y todavía no sabía como me lo haría. Y ahora allí, sentada al asiento del tren, veo que lo he conseguido. Pero la falta de sueño y unas copas de vino de más me persiguen y entorpecen mi mente hasta el extremo que decido cerrar los ojos y soltarme por unos instantes. 

 Maldigo el revisor que pasa ahora, justo en el momento más dulce. Sentada al primer vagón, pasa cuando todavía no hace ni dos minutos que hemos iniciado el trayecto.Le falta todo el pasillo hasta llegar donde yo estoy, toda una eternidad en estos momentos. 

 Si el hombre tarda mucho al hacer el trayecto me tendrá que despertar y eso sí que no lo soportaria. Entre el maquillaje a medio quitar, la voz enroncada y los pelos que prefiero no saber como los llevo, sólo faltaría acabar de perder el poco glamour que me queda quedándome dormida con la boca abierta. No señor, la dignidad por encima de la somnolencia!Saco un pequeño espejo de dentro el necesser que llevo dentro el bolso. Me encantan las bolsas, bolsitas, monederos, neceseres de todos tipos y colores. El pequeño espejito se abre como una concha y tiene un espejo a cada lado. Me miro por una y....mierda, es la de aumentos. Esto no se hace, hombre! Es dificil verte la cara con luz natural y en un espejo de aumentos pero en un día como el de hoy, la cosa es mucho peor. Venga, moral por el suelo! 

 Y no se levanta, cuando decido mirarme por el otro lado del espejito y mis cabellos parecen totalmente anárquicos, sin seguir ningún tipo de disciplina. Toda la vida educándolos para que ahora, en los momentos más críticos, se comporten así.Cierro el espejo enfadada con él, conmigo, con mi edad o con el vino, cuando de repente oigo los gritos del revisor.
- No, no va al aeropuerto! No va! Es que no lo han escuchado que lo decían por megafonía?
Se dirige a una familia de asiáticos que lo miran con cara de extrañados, sin que parece que entiendan nada de lo que está diciendo aquel señor que encima, gesticula enérgicamente. Por el que se ve, es habitual errores como estos entre turistas (y no turistas) y por eso, una vez en el tren lo advierten. Pobrecitos, no entendían ni el catalán ni el castellano y allí estaban, a pocos minutos de saber que, con toda seguridad, perderían el avión. Entonces, el revisor con un inglés más macarronico que el mío, les dice que "no aerport". La mujer asiática, que ya empieza a ser consciente de la gravedad de la situación, se gira y llama a pleno pulmón "help, please".


Finalmente una señora con un inglés perfecto les explica que aquel tren no sólo no para al aeropuerto sino que no tiene ninguna parada prevista hasta pasados 45 minutos. Les continúa explicando que una vez llegaran a la parada, tendrían que esperar un tren hacia Sants y de allí esperar otro tren hacia el aeropuerto.
El revisor continuaba soplando y diciendo "es que no se enteran...es que mira que lo han dicho", mientras camina arriba y abajo. La gente del vagón empieza a alargar el cuello, busca de un espectáculo que cuando menos, a mí me ha quitado el sueño y a ellos, los mantiene entretenidos. Tengo a mi lado la señora que siempre hay en los transportes públicos, aquella que siempre comenta las jugadas o que simplemente, comenta. Me empieza a irritar la actitud del revisor que sigue picando los billetes de los pasajeros a paso de tortuga, comentando la situación con cada uno de ellos. Me preocupan los asiáticos. Hace unos meses casi pierdo un vuelo en un aeropuerto nacional de Vietnam donde nadie hablaba inglés y donde nos sentíamos perdidos. Es una situación desesperante. Creo que casi todos los del vagón estábamos sintiendo cierta angustia.



 Los minutos siguen pasando y me sorprende la actitud calmada de los asiáticos que no sacan la mirada del mapa con la parada donde les ha indicado el revisor que tendrán que bajar. Vuelvo a dirigir la mirada al revisor y entonces me doy cuenta de todo. No está enfadado, está agobiado. Realmente lo veo angustiado, vuelve a hacer unos pasos atrás y pregunta a la familia " a qué hora salo el vuelo?". No obtiene respuesta, evidentemente, y cuando la señora inglesa se vuelve a incorporar para traducir el revisor ya se vuelve a marchar resoplando. Definitivamente, está agobiado, está realmente agobiado. Sigue picando billetes de pasajeros pero no avanza. Yo, que estoy al final del vagón, tengo la sensación que llegaré a Altafulla sin picarlo.
 Y entonces llega el gran momento; pica un billete sin ni siquiera leer lo que pone. Lo devuelve y entonces tira hacia atrás otra vez. Abre la puerta del maquinista y entra. Al cabo  de unos minutos sale y les dice a los asiáticos que en un minuto pararán, seguramente en el Prat. Una parada no prevista, no indicada, pero como un favor.
No lo dice contento, ni es delicado, como tampoco lo ha sido hasta ahora. Sí se lo ve más relajado. Al minuto paramos, se abren las puertas y bajan los turistas que creo que no se han enterado muy bien del enorme favor que el señor serio y que grita les acaba de hacer. Que en una estación como la de Sants, en un mundo impersonal y desagradecido se hace una parada no programada para que una familia no perdiera el tren, me consoló. Me hizo pensar que todavía no estamos del todo perdidos, que todavía nos intentamos ayudar los unos a los otros. Y este revisor, llegará a su casa quizás también serio y ni siquiera le explicará a su mujer lo que ha hecho hoy. 


 La mujer del asiento de delante mio aprovecha que él le pica el billete para decirle: - Muy bien por lo que acabáis de hacer, un buen gesto.
El revisor, sin ni mirarla le contesta: - No es cuestión de favor, se trata de que nos concedan el permiso.
Y marcha. Él es así, seco, caradura, con mala cara pero dentro esta apariencia se esconde un pequeño hombrecitot, de buen corazón, que se agobia por que unos turistass puedan perder el tren y que ha hecho todo lo posible para que esto no pasara. Él pero, prefiere no demostrarlo.Y si llego a tener un horno en el tren...que le hubiera regalado a este super revisor? Pues unos rollos de cerezas y chocolate blanco!

ROLLOS DE CEREZAS Y CHOCOLATE BLANCO
Receta adaptada de Alma Obregon 

Ingredientes de la masa:
675 gr de harina
7 gr de levadura seca "de panadero"
250 ml de leche
4 huevos
75 gr de azúcar blanco
75 gr de mantequilla
1/2 cucharada de sal 

Ingredientes del relleno:
Una lata de cerezas cherry
150 gr de pepitas de chocolate blanco

Método:
Ponemos el gancho al bol y mezclamos la mitad de la harina con la levadura y apartamos.
Ponemos al fuego la leche, el azúcar, la mantequilla y la sal y calentamos hasta que se deshaga pero sin que llegue a hervir. Sacamos del fuego y dejamos templar.
Añadimos la mezcla de la leche a la harina que hemos mezclado con la levadura. Lo añadimos muy poco a poco, con un filete muy pequeño y sin dejar de batir.
Después añadimos los huevos uno a uno y seguimos batendo. Finalmente añadimos la mitad de la harina que habíamos apartado y seguimos batiendo. Veremos que se vuelve una masa muy pegajosa y que parece que no se pueda trabajar, pero es cuestión de no parar de batir hasta que coja una textura lisa y que no se enganche a las paredes.

Cogemos un bol, untamos la superficie con un poco de aceite y dejamos reposar la masa durante una hora y media o dos. Siempre tapamos con papel film. Pasado este tiempo, tenemos que observar que la masa ha doblado su volumen. 



Antes

Después
Retiramos el film y hundimos al puño en la masa para extraer el aire. Ponemos la masa en una superficie enharinada y la trabajamos.
Estiramos un cuadrado de unos 30X30 cm aprox. 


Ponemos el relleno, en este caso yo pongo el de cerezas con pepites de chocolate blanco. 

 Enrollamos y cortamos lonchas de 1,5 cm aprox. Ponemos spray antiadherente al molde y vamos colocando los rollos uno junto al otro. 
 Tapamos con papel film y dejamos reposar una hora más.
Precalentamos el horno a 190º. Pasada la hora de reposo pintamos los rollos con nata líquida. Horneamos durante 25- 30 minutos.
Dejamos enfriar mientras hacemos el glaseado.

Glaseado de queso: 
115 gr de crema de queso a temperatura ambiente
130 gr de azúcar hielo
60 gr de mantequilla a temperatura ambiente
1/2 cucharada de extracto de vainilla
3 cucharadas de leche semidesnatada

Ponemos todos los ingredientes en un bol y batimos hasta que quede una textura uniforme. Con una cuchara y manguera pastelera echamos el glasejat por sobre según el gusto de cada cual.
Buen provechoooo!!!!!!!!
NOTAS:
La levadura es diferente del que normalmente utilizamos para los cupcakes. Veréis que es de un color marrón más oscuro. Este es el que yo he encontrado al Carrefour.

 El relleno de cerezas es este y lo he encontrado a la sección gourmet del corte Inglés. 

Siento mucho el retraso en las publicaciones de últimamente. Os aseguro que tengo un motivo, bien mejor dos, pero todavía no puedo decir nada!!!! Paciènciaaa!

CONVERSATION

2 comentarios:

  1. Mmmmm Neus!!! Se me hace la boca agua!!! Que delicia chica!!

    Un besito,
    Sandra von Cake

    ResponElimina
    Respostes
    1. Gracias guapísima! Con las exquisiteces que tu haces, eso no es nada!

      Muaaaa!!!!!!!!!!

      Elimina

Subir