Pudding de cruasán con arandanos





 - Oh, como no se espabile se le pasará el arroz.... 
Escucho que dice una señora, hablando de su hija de 37 años. Me quedo parada, la verdad. Estoy esperando mi turno en la pescadería y en lugar de desesperar como la mayoría de las veces, he decidido esperar pacientemente mi turno mientras pienso en la deliciosa receta de pudding de cruasán y arándanos que colgaré al blog. Odio la lentitud de las dependientas y odio la parsimonia de las mujeres que piden y que ya ves que no tienen nada más a hacer. Sabes a ciencia cierta, que mientras tengan la comida hecha a determinada hora, todas las otras cosas no importan. Y piden pequeñas cosas y muuuuuchas cosas, de forma que tiene ocupada a la dependienta el tiempo suficiente para que se haga una cola considerable. A pesar de que mientras espero, me da la sensación que de toda aquella gente allí reunida, la única que estaba involuntariamente era yo. No exageremos, tampoco me retiene nadie. Pero es que quiero pescado fresco y lo quiero de este lugar.
Puesto que como muy pocas veces, al menos que cuando lo haga que sea de calidad.


 No puedo quitarme de enicma el sentimiento de sorpresa mientras aquella mujer charla y charla con el beneplácito de las otras señoras que asienten con la cabeza, mientras sostienen la cartera con las dos manos, por debajo los pechos; a lo Belen Esteban total. Lo único que sus Andreítas estaban bastante más creciditas.
No dejo de estar sorprendida. Aquella mujer no es mucho mayor que mi madre y su hija no es mucho mayor que yo. Qué debe de ser tener una mujer así como a madre? Que debe de ser tener estas palabras amenazando constantemente?
 Podría entender el comentario viniendo de una de aquellas señoras que tenían pinta de rozar los 80 años, pero de esta mujer?
Recuerdo dos cosas que mi madre siempre me ha dicho desde pequeña. Una era: Estudia el que quieras pero sobre todo, no dependas nunca de nadie. De nadie.
Y la otra, cuando hablábamos de parejas, amores y relaciones me decía que hoy en día ya no es necesario estar casada y tener una familia como antes, porque las mujeres somos autosuficientes e independientes.
Y ahora estaba ante una mujer de la misma generación de mi madre que estaba preocupadísima porque su hija no tiene pareja y está claro, ya tiene edad de procrear. Me vienen unas ganas terribles de decirle a la mujer que hay muchas formas de madre soltera, si es esto lo que tanto le preocupa sólo para ver la cara de escandalizada que pondría.
Para ella sería un sacrilegio una mujer sola, teniendo un hijo. Madre mía!!!!
No puedo parar de pensar en su hija. Hay dos opciones:
- O bien que sea una chica influenciable a la que al final acaba calando este sentimiento impuesto por su madre y que se desespera porque aun intentándolo con todas sus fuerzas, no encuentra ningún hombre casadero. Ni siquiera, que no valga la pena.
 - O que sea una tía que pasa de todo, que tiene diferentes aventuras, que vive la vida como si fuera el último día y que tiene clarísimo que no se encadenará a un hombre que no lo acaba de convencer sólo porque es el único que ha aparecido.
No puedo evitar imaginarme a aquella señora hablándole a su hija del hijo de una amiga. El pobre chico antilíbido, sin vida activa y que probablemente la sexual tampoco la debe de vivir con demasiada compañía. Aquel chico que a los 40 todavía no ha pasado una noche fuera de casa y que tiembla si su madre no está para plancharle los pantalones y hacerle la cama.
 Y aún así esta mujer prefería a su hija con un hombre como este y con una vida como la de él, antes de que esté sola. Y seguramente le debe de decir:
- Es muy buena persona... no hace falta que aspires a más, mira tu padre y yo, que felices hemos sido.

Y pienso que qué mala suerte y que afortunada que soy yo con la madre que tengo y que no sé qué haría con una cómo aquella de la pescadería.
Una hora después consigo salir de la pescadería con mi botín y mientras camino no puedo evitar pensar en mi madrina. Ella tiene 85 años y está casada con su marido, toda la vida. Ha cosido en casa, ha hecho de ama de casa y vive en un pequeño pueblo de la franja de Aragón.
Y recuerdo que cuando un día le contaba todo lo que había conseguido con el blog y el libro y el voleibol (subimos a primera catalana) me contestó:
- Tú ahora lo que tienes que hacer es centrarte en trabajar y al atender a tu marido y la casa.
Y pienso que cuando me lo dice ni la escucho y me la quiero más que nunca. 
 Y para celebrar los familiares que tenemos, que no tenemos o que simplemente no queremos, un pudding de crosant!

PUDDING DE CRUASÁN Y ARÁNDANOS
Para 8 cazuelas pequeñas o ramekins o un molde de 22 cm.
Ingredientes:
3 crosants grandes
130 gr de arándanos frescos
200 gr de Philadelphia
140 gr de azúcar
2 huevos
1 cucharilla de vainilla
250 ml de leche

Precalentamos el horno a 175ºC. Ponemos los croasants troceados en los moldes. Echamos los arándanos por encima teniendo en cuenta que se repartan bien.
En un bol aparte batimos la crema de queso, el azúcar, los huevos y la vainilla hasta que quede una masa homogénea. Poco a poco añadimos la leche, sin dejar de batir hasta que esté muy integrada.
Echamos la mezcla por encima del croasant troceado hasta que se empape homogéneamente. Horenamos durante 30-40 minutos o hasta que la parte de encima quede dorada. Si vemos que se está tostando demasiado por encima muy pronto, lo cubrimos con papel de plata los últimos 10 minutos.
Lo dejamos enfriar y espolvoreamos con azúcar glacé....

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