De tres hermanos que son genios y unos cucuruchos caseros



El otro día me entusiasmé mirando la televisión. Me quedé atónita, patidifusa, expectante. Todo lo que me rodeaba desapareció, el mundo se paró ante aquellas imágenes.No estaba mirando ninguna película, de hecho no me gustan mucho. Tampoco un documental de animales, me dan escalofríos, a pesar de que es la vida misma. No, no es un programa del corazón, de aquellos que gritan y se gritan barbaridades; a menudo se faltan al respeto y pronuncian palabras inexistentes, mal pronunciadas que te ponen los pelos de punta.
 Pues no, lo que estaba mirando era auténtico arte o mejor dicho, la historia de estos artistas. Era un reportaje de los inicios del Celler de Can Roca, la historia familiar y humilde de esta familia, el restaurante del cual ha sido nombrado el mejor del mundo. Me gusta esta familia, me agrada cómo son y dónde han llegado. Desde los inicios de sus padres con un restaurante a las afueras de Girona, en un barrio considerado marginal. Cómo dijo uno de los hermanos “No era donde Cristo perdió la zapatilla, sino donde se la robaron”. Los padres hacían de comer para los obreros de la zona y trabajaron durísimo. Sus tres hijos crecieron y se criaron al negocio (como hemos hecho casi todos los hijos de autónomos) y el mayor empezar a descubrir su pasión por la cocina.
Es increíble cómo el mayor es el metódico, ordenado, calculador y perfeccionista. El mediano es más caótico y pasional y para complementarse estudió los vinos. Es un gran somelier. Aparte de la calidad de sus platos y de su arte, combinan a la perfección las platos con el vino más adecuado. Es una alianza buenísima, una conjunción que sólo podía conducir al éxito.
 Me emocionaba cuando recordaban que ellos habían oído hablar de la Novel Cuisinne, que habían leído cosas pero no sabían que existía. El día que lo fueron a ver, fue como un descubrimiento, como aquel quien ve el mar por primera vez.En fin, que una gente humilde, muy sensata y que ha llegado lejos, muy lejos. Me hizo mucha gracia cuando invitan a los padres a un menú degustación. Los dos bastante escépticos, sin cortarse ni un pelo a la hora de valorar o poner caras extrañas ante aquellos mini, mini platos.


 Me caían las lágrimas de risa cuando el padre dice “yo no sé...han ido por un camino...” o cuando le presentan a la madre una reducción de no sé qué y el hijo le explica que necesitó tres horas a no sé cuantos grados. Y la madre que dice “tres horas? Con este tiempo hago comer por 100 personas” mientras ríe.
 Y después está el hermano pequeño, que era demasiado pequeño cuando los dos mayores empezaron. Y este se dedica a los postres, por eso es el que más me llama la atención.
Cuenta como descubrió su pasión por los helados. Resulta que con 19 años se estaba fumando un puro (creo que a la cocina del restaurante) y se le ocurrió echar el humo encima un helado. El resultado fue espectacular y a partir de aquí empezó a investigar.
 

 Actualmente regenta una heladería espectacular donde puedes encontrar “bocadillos de helado caliente”. No sé, no me lo preguntéis, sólo vi que ponía un helado entre dos trozos de pan y después lo puso a una especie de sandwichera.
La niña (clienta) lo tocaba y decía que estaba caliente. Para flipar.
Pero lo que más me gustó fue esta sintonía familiar, este lazo entre hermanos (casi patológico que decía uno de ellos) viviendo bien cerquita,esta complicidad....No sabéis lo que daría para tener a mi hermana cerca y crear una empresa con ella! Mira, que me parece que se lo propondré.
 


Las palabras finales del mayor me quedaron grabadas otra vez. Vino a decir que si lo pierden todo (se refería a ser el número 1 del mundo y todo el que comporta) no pasaría nada, porque ellos hacen esto por que les gusta, porque lo disfrutan y lo harán mientras lo puedan seguir haciendo, tengan o no reconocimiento.
Mirando y mirando como hacía los helados y su heladería que hacía venir una hambre...y pensé....toca hacer otro heladito al blog, no? Pero esta vez lo haré del principio al final. Con esta receta sorprenderéis a todas las amistades que invitáis a merendar y les preguntáis...os apetece un heladito para merendar?

 Descubrí este blog, en el que hacía los cucuruchos de manera artesana. He variado un poco la receta en dos aspectos. En primer lugar, si ponía las cantidades indicadas, me salía una masaa muy espesa, tanto que no se repartía por la sartén y no quedaba bien, así que disminuí un poco las cantidades de harina. Y he puesto algo más de cacao porque yo quería que tuvieran más gustito a choco!! Mira, una debilidad....
El helado es de galletas Oreo, publicaré la receta en el próximo post.
CUCURUCHOS DE CHOCOLATE
Ingredientes:
25 gr de cacao
2 huevos L
110 gr de azúcar
80 gr de mantequilla
30 ml de leche
1 culleradeta de extracto de vainilla
50 gr de harina
Método:
En primer lugar necesitamos unos cucuruchos que nos servirán de molde. Yo usé tres encajados uno con el otro para darles más dureza . Los envolvemos con papel de plata. Los apartamos. 




Fundimos la mantequilla al microondas. Mezclamos la mantequilla, con el azúcar y el cacao y mezclamos muy bien hasta que esté integrado. Añadimos los huevos, el extracto de vainilla y la leche y seguimos batiendo. Finalmente agregamos la harina y la integramos con una espátula hasta que no queden restos.
Dejamos reposar en la nevera unos 10 minutos (no más!).
Preparamos una sartén con un poco de mantequilla. La sartén que utilicé es de medida mediana para trabajar bien pero la masa queda más pequeña. 


Echamos unas tres cucharadas de masa en el centro y hacemos movimientos con la sartén para que quede un círculo. La cantidad de masa a poner es quizás lo más difícil de esta receta. Tiene que ser más grueso que una crep pero más fina que una tortita, aproximadamente de unos 3mm de grueso.
Ponemos el fuego mediano alto (en mi vitro lo numero 7) y dejamos que se haga. Empezará a hacer burbujas por la parte de encima y veremos que empieza a hacerse. En este momento le damos la vuelta para se haga por el otro lado.



Retiramos de la sartén e inmediatamente lo envolvemos por encima del cucurucho que tenemos como molde. Nos molestará un poquito a los dedos pero no nos podemos esperar a hacerlo puesto que una ves empieza a perder temperatura no se queda con la forma que deseamos.





Dejamos enfriar.
Y ya tenemos unos cucuruchos caseros la mar de buenos. Recordad, el próximo post, el helado!


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