No nos engañemos. Hay días malos. Y pasteles semisolidos de oreo para arreglarlos.



No nos engañemos. Siempre hay días malos. Incluso, puede haber semanas o meses malos.
Cuando alguno de aquellos días aparece, deseamos meternos en la cama, dormir, y que el día siguiente sea otro día, y a poder ser, diferente.
Cuando lo que pasas mal es una semana, la cosa cambia. Hacia mitad de semana empiezas a afrontar que quizás no podrás cambiar la situación. Y si es un mes?
Si te ha dejado tu pareja por ejemplo. A mitad de mes, inmersa en tu luto horroroso, que varía en función de cada persona y de cada relación, empiezas a aceptar que tampoco  puedes hacer nada. Si te ha dejado por la vecina o por la compañera de gimnasio o de trabajo, quizás nos costará más de asimilar y habrá más lágrimas de rabia que de dolor. Pero tarde o temprano aceptaremos que llorando no conseguiremos que esta pareja vuelva con nosotros ni que nos vuelvan el trabajo del que nos acaban de despedir. Algunos tardaremos más a asimilarlo y otros menos, pero todos lo acabamos haciendo.
Ahora pero, pongámonos menos dramáticos. Pongámonos en aquel día malo, simplemente por cosas que desde un punto de vista objetivo pueden resultar banales pero que nosotros nos afecta sobremanera.
Imaginemos aquel día que nos toca un paciente difícil y que nos satura por toda la mañana. O aquel Domingo de playa que habíamos planificado con cuidado, después de muchos trabajando, y que nos cae el diluvio universal. O aquella minidiscusión con tu madre por una sandez pero que te deja plof durante un día.
O simplemente que ya te levantas mal, con el pie izquierdo y el cabello no te acaba de quedar cómo debería y aquellos tejanos que te van tan bien, están para lavar. Te tienes que acabar poniendo unos que te hacen dos tallas más y encima sabes del cierto que en el trabajo, te espera un día muy, muy duro. 
 Quien no ha tenido ha tenido alguno de estos días? Imagino que muchos de vosotros. Al principio tengo que decir que yo luchaba y luchaba contra ellos y nadaba contra la corriente hasta que acaba exhausta y en muchas ocasiones, con ganas de llorar. Pero entonces un día creo que escuché en algún lugar que lo mejor que puedes hacer es dejarte llevar por esta corriente maligna, no intentar nadar en contra. Está claro, si voy en contra poco puedo arreglar y además gasto mis energías. Así que haciendo caso de esto, decidí dejar que aquel día que iba mal, todavía lo fuera más. Me decía a mí misma que lo que tenga que pasar pasará, así que lo único que podía hacer era estar preparada. Basicamente dejarme llevar por la corriente, y bajar por el río tranquilamente hasta llegar al mar. Sin ahogarme si puede ser. 
Pero lo más importante, es que cuando estos días de mierda se acaban, llego a casa dispuesta a obsequiarme de alguna manera por haberlo aguantado. Pongo en marcha el horno y empiezo a hacer recetas, a mezclar los huevos y el azúcar, abro la despensa y miro lo que tengo y así me salen pasteles como estos. Qué que es? Un pastel semisolido con oreos y chips de caramelo que espero que os guste tanto como nosotros.

PASTEL SEMI SÓLIDO DE OREOS Y CHIPS DE CARAMELO

Para 8-10 personas
Para un molde de 28x18 cm



Ingredientes:
310 gr de harina
500 gr de mantequilla
620 gr de azúcar
10 huevos
440 gr de chocolate para fundir

2 cucharaditas de extracto de vainilla
Pre calentamos a 170ºC.
Derretimos el chocolate al baño maria y añadimos la mantequilla, removiendo hasta que esté fundido. Apartamos hasta que se temple un poco. Añadimos el azúcar poco a poco, después los huevos uno por uno, removiendo bien después de cada uno. Cuando estén integrados añadimos el extracto de vainilla.
Finalmente ponemos la harina y removemos.

MONTAJE DEL PASTEL
Ponemos spray antiadherente en el molde.
Ponemos una primera capa de masa de pastel, la mitad aproximadamente. Colocamos una capa de galletas Oreo y añadimos el resto de masa que nos queda, cubriendo totalmente las galletas. 






Repartimos los chips de caramelo por encima y con un cuchillo removemos para que se vayan hundiendo.




 




Ponemos al horno durante 30 minutos. Retiramos, dejamos enfriar y desmoldamos.

NOTAS:
- Es muy importante que el molde sea de estas medidas. Si es más ancho, la masa quedará más delgada, y con este tiempo de horneado quedará totalmente hecho. Para que quede estilo Coulant tiene que ser así. Si el molde que tenéis es más ancho, disminuid el tiempo de horneado.

- Llenadlo hasta un dedo por debajo del molde. Os sobrará masa con la que podéis hacer un minibizcocho con un molde de 15 cm.

CONVERSATION

8 comentarios:

  1. ¡¡DELICIOSO!! Con un trocito de este pastel se te quitan todas las penas.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Jajajaj! Pues si! Estadísticamente probado que todas las penitas desaparecen! jeejej

      Muchos besos guapa!

      Elimina
  2. Buf buf buf, increíble!!!! Estoy deseando hacerlo. Si es que los dulces alegran el día a cualquiera y si son así, mu ho más. En serio, vaya pinta.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Hola guapa!
      Pues si! La verdad es que alegran muuuuuucho!!! Ya me diras como te queda guapa!

      Besos!

      Elimina
  3. Llàstima que si, de tant en tant hi ha dies o temporades dolentes, però també serveixen per apreciar més els bons, oi? i si, a mi també m'agrada endolcir una mica els dies negres amb alguna coseta dolça, aquest pastís es veu espectacular! un petó!

    ResponElimina
    Respostes
    1. Tota la raó guapa! Només així apreciem aquells dies que flueixen sols i passen desapercebuts!
      Moltes gràcies per passar-te guapa!

      Elimina
  4. ayyy dan ganas de que te pase algo malo, un poquito malo solo ehhh, para recompensarte con un trozo de este pastel tan apetecible, uffffff!! un besote guapa.

    ResponElimina
    Respostes
    1. Jejeje! Pues si Myriam, y como además es tan facil de hacer, este pastel se ha convertido en mi quitapenas oficial! jejeje
      Espero que si lo haces, te guste tanto como a mi!
      muuuchos besitos!

      Elimina

Subir