De intolerancias inoportunas y cupcakes de kiwi


Hace ya casi un año salía tardísimo de trabajar, pasadas las 9 del anochecer, después de una jornada laboral de diez horas.
Ferran tenía guardia, yo estaba agotada, tenia dolor de cabeza y encima me casaba al cabo de 15 días. La boda, como ya sabéis, la decidimos un mes y medio antes, de forma que no teníamos demasiado margen de maniobra.
Debido a esto, estos días se juntaron el estrés de la organización y el estrés de mi trabajo. Mientras conducía sólo pensaba que al llegar a casa tenía que pasear a mis amores, darles de cenar, hacer mi cena, ducharme, mirar unos presupuestos...

Y pensando esto pasé por delante de una gran superficie que me llamaba y me decía :
- Ven...entra...coge una pizza de Buitoni, o una lasanya...o patatas fritas y helado...
No me había dado cuenta que ya estaba aparcando y entraba dentro la superficie. Paseando por pasillos, intentando decidir, unos remordimientos extraños me invadieron. Remordimientos que me decían que llevaba unos días comiendo mal, que llegaría a la boda y no me podría meter el vestido, que tenía la piel hecha un asco de tanto dulce y grasas. Y sí, me voy para hacia la nevera donde había unos botes de piña cortada a trozos y la compré. 

Cené todo aquel bote. A la una de la madrugada tuve que llamar a mis padres porque el dolor de estómago se hizo insoportable. Tengo gastritis habitualmente, así que cuando el dolor empezó me tomé un omeprazol. Hasta tres tomé, pero aquel dolor era más fuerte que nunca. Nunca a la vida había tenido tan dolor. Mi padre, después de mirarme bien concluyó que:
- Es que no puede ser que vayas tan estresada y comas así de mal! Tendrías que relajarte un poco.
Y de fondo mi madre, diciendo que me haría una til·la para tranquilizarme. Pero yo tenía demasiado dolor para rebatir cualquier diagnóstico y pasé de las peores noches de mi vida.

Al cabo de una semana teníamos la comida de prueba de la boda (a una semana de la boda definitiva, si). De primero, cóctel de piña y gambas servido en una piña mini. Me tuve que marchar antes del postre con un dolor que no se podía aguantar, clavadito al de hacía una semana.
El diagnóstico definitivo? Intolerancia bestia a una enzima de la piña, que a todo el mundo le va tan bien para digerir y a mí casi me mata. Siempre he comido algún que otro trozo de piña, pero no suficiente para que el cuerpo reaccionara hasta que la noche del bol. Suerte tuve, porque si comiendo el cóctel el día de mi boda me pasa esto....me corto las venas directamente.
En fin, que por aquella época había pensado hacer unos cupcakes de piña colada, cupcakes de verano, de calor y de color! Después de esto, nunca más he querido ver la piña y este verano pensaba en qué cupcakes podría hacer.

Me he decidido por kiwi, la verdad que sin mucho entusiasmo, pensando que no saldrían suficientemente buenos como para colgarlos al blog.
Me equivocaba. Están absolutamente deliciosos. Puedo decir que los mejores que he probado nunca. La masa me ha quedado especialmente esponjosa y mientras comes vas encontrando los pequeños trocitos de kiwi, melosos, con todo su gusto.
Os animo a que los probéis, aunque podáis comer toda la piña del mundo!

CUPCAKES DE KIWI Y LIMÓN
Para unos 15 cupcakes
Ingredientes para el bizcocho:
240 gr de harina
3 huevos
215 gr de azúcar
120 gr de mantequilla
1 cucharilla de levadura en polvo
½ cucharilla de bicarbonato
100 ml de suero de leche (buttermilk)
20 ml de leche
15 ml de extracto de vainilla
ratlladura de un limón
2 kiwis troceados pequeños

Precalentamos el horno a 160ºC y preparamos el molde metálico con las cápsulas.
Tamizamos la harina con la levadura y el bicarbonato y apartamos.
Al bol de la batidora, batimos el azúcar con la mantequilla hasta que se integren y la mezcla quede blanquecina. Cuando esté, añadimos los huevos uno a uno, batiendo después de añadirlos.
Ponemos el extracto de vainilla.
Echamos la mitad de la mezcla de harina sin dejar de batir. Después la leche con el suero de leche y finalmente la otra mitad de la harina.
Batimos a velocidad baja hasta que quede todo integrado y quede una masa homogénea.
Añadimos los kiwis troceados y con una espàtula vamos mezclanzo con cuidado.


 

Llenamos las cápsulas, no más de 2/3 de su capacidad.
Horneamos durante 25 min o hasta que un palillo salga limpio.
Ingredientes para la crema de mantequilla de queso:
150 gr de mantequilla
400 gr de azúcar
150 gr de queso Philadelphia
15 ml de leche

Tamizamos el azúcar glacé. En un bol batimos la mantequilla, el azúcar y la leche a velocidad mediana-alta hasta que quede una mezcla cremosa.
Bajamos la velocidad y añadimos el queso, muy frío, y lo batimos a velocidad alta hasta que quede una crema consistente.
No os desesperéis si veis que no coge cuerpo. Seguid batiendo a velocidad alta porque al final lo cogerá.

Topping de kiwi:
2 kiwis
3 cucharadas de azúcar

Ponemos en la trituradora el azúcar con el kiwi, hasta que quede puré.

MONTAJE:
Ponemos la crema de mantequilla con la espátula. Si no sabéis como se hace mirad este tutorial.
Ponemos el topping por encima.
NOTAS:
- Si usáis cápsulas como las de las fotos, que son más grandes, saldrán unos 8 cupcakes.



BUEN PROVECHO!!!

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